las balas mosquitos penetran el aire reduciendo la distancia entre
los buenos y los malos, rebotan estruendosas en mis oidos
se agazapan en mi timpano buscando franco a su tortuoso
destino, y cayendo al piso se pliegan los muertos en
sedimentos terrestre que se le escapan al cuerpo tieso entre
halaridos de júbilo de cristianos violados y gemidos de ancianas
que en sus arrugas guardan esa verdad pudica que niegan
con los ojos y asienten con sus perversos muslos antiguos.
jueves, 18 de septiembre de 2008
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